Mia Couto, escritor mozambiqueño, es uno de los grandes nombres de la literatura en lengua portuguesa. Dio sus primeros pasos en la escritura como poeta, y aunque a estas alturas haya publicado numerosas novelas y cuentos; mantiene su estilo poético como una seña de identidad.
Hay quien dice que la realidad supera a la ficción,
de alguna manera dando por hecho que existe algún tipo de
contradicción entre ambas. Mia Couto anula este malentendido
haciéndonos evidente que la poesía y la fantasía forman parte
de la esencia misma de la realidad. Y es que los seres humanos
concebimos el mundo a partir de nuestra propia fantasía. Convertimos
realidades en símbolos, llevamos opiniones hasta un extremo
caricaturesco, mezclamos las ideas con las pasiones y nos movemos de
acuerdo a motivaciones hechas a medida de un mundo que es solamente
nuestro. La atmósfera materialista en la que vivimos tiende a
olvidar que la realidad más tangible que poseemos es ese mundo
desfigurado en el que nos movemos, que tendemos a llamar
subjetividad.
Sin duda el país de procedencia influye enormemente
en la literatura del autor, y aunque Mia Couto haya bebido y se haya
influenciado de aquella literatura llamada culta y transmitida a
través del papel; ha señalado públicamente cómo el imaginario
colectivo que se transmite de manera oral lo ha marcado como
escritor. La baja cifra de población alfabetizada y el nivel de
desarrollo tecnológico de Mozambique hace que la construcción del
imaginario por medio oral todavía prevalezca sobre la escritura y
sobre el audiovisual. Mia utiliza el modo en que la naturaleza
humana otorga significados a elementos fantásticos y los asume como
parte esencial de la vida real.
En 1986 publicó su primer libro en prosa, un
volumen de cuentos titulado “Vozes
Anoitecidas”. En
este libro aparece un cuento titulado As Baleias de
Quissico, que podéis leer
traducido pinchando aquí. Este cuento sintetiza estupendamente las
fuerzas que guían el desarrollo de la literatura de Mia Couto. El
argumento está basado en la tensión que existe entre todos los
niveles de la realidad en que nos manejamos, desde la realidad
social, política y enteramente objetiva hasta el mundo ficticio
desligado del exterior en que podemos llegar a situar nuestra
experiencia.
En una de sus
novelas: Jesusalém (2009)
crea un personaje
profundamente poético que le sirve para expresar ciertos aspectos de
la realidad de una manera mucho más entendible de lo que lo haría
una explicación racional o científica.
Silvestre Vitalício lleva a sus hijos a instalarse en medio de la
nada. El hombre los educa en el convencimiento de que no existe nada
más que ellos en el mundo. No existe una realidad externa, no existe
humanidad, no existen mujeres, ciudades ni dioses.
Silvestre llega a este
estado mental rebotado de un profundo dolor que le hace renegar de la
vida. Su mundo se desfigura y él trata de proteger su paz mediante
el autoconvencimiento. El pequeño de sus hijos no recuerda otra vida
anterior a este estado de aislamiento, y él es quien asume la voz
narrativa, por lo que convierte en real la locura de su padre.
Mwanito, que así se llama, percibe la vida de una manera estática,
donde el tiempo no existe y no es posible concebir ningún tipo de
añoranza del pasado ni esperanza del futuro.
La estructura del
libro, además, hace que
partamos de ese universo creado por un loco;
para más tarde adentrarse en sus motivos, en sus causas, y en
definitiva, en todo lo que él trataba de negar y omitir. Mia
Couto nos lleva a los estados más irreales que puede alcanzar el
espíritu humano, nos coloca dentro de ellos y nos hace sentirlos
como propios, para después ligarlos al mundo y a las realidades más
objetivas, como el machismo o la violencia.
En conclusión, Mia
Couto trata los temas de
la realidad objetiva como la política y la sociedad; pero lo hace en
la misma dirección en que la experimentamos como seres vivos; desde
el mundo desfigurado de nuestra subjetividad.
A veces es más exacto decir que alguien mastica sus fantasmas, en
vez de explicar que está experimentando sufrimiento causado por el
recuerdo de experiencias de su pasado que todavía no le dejan de
preocupar. Sí, no es solamente más corto; es también más exacto,
en la medida que todos lo comprendemos.
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